El propósito no se encuentra. Se construye

El propósito no se encuentra. Se construye

Gabriel PardiAlineamiento organizacional

El propósito no se encuentra. Se construye

Después de la trampa, la brújula
Cómo las organizaciones pueden construir un propósito real

En la historia del arte o la música, el patrón se repite: todo comienza con un trazo, una melodía, un gesto concreto.

El sentido profundo —la abstracción— emerge después de la práctica, no antes

Con las organizaciones sucede lo mismo.

🔷 HP nació con un oscilador de audio.

🔷 3M, con papel de lija.

🔷 Disney, con un ratón animado.

Nacieron resolviendo un problema real.

El propósito vino después, cuando comprendieron qué significaba realmente lo que hacían.

El propósito no precede a la acción: emerge de ella.

Cuando las empresas maduran, su pregunta cambia.

Pasan del ¿qué hacemos? al ¿por qué esto importa?

Apple dejó de vender computadoras para empoderar al individuo.

HP dejó de fabricar aparatos para mejorar la vida de las personas.

🧭 Encontraron su brújula

Esta brújula no marca un destino: señala una dirección.

En palabras de Russell Ackoff, es la capacidad de un sistema para orientarse y adaptarse sin perder el sentido.

Para un individuo, es su guía.

Para una organización, es el vector que alinea al sistema.

Sin esa brújula compartida, las piezas se mueven sin coordinación.

Los equipos trabajan, pero no avanzan en la misma dirección.

Y así aparece el extravío más común: correr cada vez más rápido… hacia ninguna parte.

Entonces, ¿cómo se construye esa brújula?

Es un proceso de dos actos.

1️⃣ Primero, un acto de conciencia: definir con intención y rigor el impacto que buscamos generar.

2️⃣ Segundo, un acto de comunicación: destilar esa intención en un lenguaje que sirva de guía.

Recientemente, acompañé a la Gerencia de Proyectos de Oldelval en este mismo proceso.

Su propósito quedó cristalizado en un principio de acción simple, potente y claro para comunicar: “Creamos obras”.

El propósito no se revela en un sueño; se elabora intencionalmente.

Es el equilibrio entre intención, acción e impacto.

Lo que da significado y trascendencia a lo que hacemos.

Cuando una organización logra esto, no impone un destino.

Ofrece una dirección común que guía sin rigidez y alinea sin uniformar.

Así, el propósito se convierte en la brújula compartida que mantiene al sistema vivo, consciente y en movimiento.

Porque como escribió Óscar De los Reyes Marín al analizar "La trampa del propósito": "El propósito no se encuentra: se inventa, se habita o se suelta".

Y yo añadiría:

🗺️ solo podemos hacerlo cuando deja de ser una meta y se convierte en nuestra forma de navegar el mundo.

Ayudar a los líderes a calibrar esa brújula —a conectar su sistema con su propósito— es el centro de mi trabajo.

Porque cuando el propósito se diseña con conciencia, el trabajo recupera su sentido.

Y el sistema, su flujo.