
Cuando la brújula se confunde con el destino, el viaje se detiene.
Cuando la meta reemplaza al propósito, el sentido se evapora.
No hay trampa más cruel que una victoria vacía.


Cuando la brújula se confunde con el destino, el viaje se detiene.
Cuando la meta reemplaza al propósito, el sentido se evapora.
No hay trampa más cruel que una victoria vacía.